11 octubre 2012

La muerte del cartógrafo de la reina Isabel

Juan de la cosa cae en manos de los guerreros Yurbacos

Por Eduardo Lemaitre (Escrito en 1992, a los 500 años de la conquista, para la columna de El Tiempo)

Voy con frecuencia a Turbaco, antaño pueblo de indios flecheros y valientes, y hoy un pacífico y populoso barrio de Cartagena; y allí, en la plaza, veo la tarja de piedra rubia, con preciosos alto-relieves, que el municipio de Santoña, en España, patria nativa de Juan de la Cosa, obsequió a esa población hace unos 30 años, a manera de piedra sepulcral para el famoso personaje. Porque Juan de la Cosa murió en Turbaco, a manos de los indios, en 1509. Pero quién era Juan de la Cosa, y qué tiene que ver con este año jubilar del Descubrimiento? Pocos lo saben, pero puede decirse en breves palabras: Juan de la Cosa era el dueño de la carabela Santa María, donde vino como segundo de Cristóbal Colón, en el primer viaje descubridor; y años después, en 1500, elaboró el primer mapa conocido del Nuevo Mundo, donde ya figuraba Cartagena, o por lo menos su bahía, y unas montañas blancas , que eran sin duda, la Sierra Nevada de Santa Marta. Merece, pues, este personaje, por lo menos, aquel recuerdo.

Colón conoció a Juan de la Cosa en 1488 cuando fue huésped del poderoso duque de Medinacelli en el Puerto de Santa María, donde a la sazón residía este último, y es posible que, desde entonces, viendo al duque decidido a financiar el proyecto colombino, estuviera dispuesto a participar en la empresa. Así, cuando años después llegó la hora de organizar la expedición, de la Cosa no dudó en poner al servicio de Colón una nave de su propiedad, llamada La Gallega a la cual se le cambió el nombre por el de Santa María ; y como era la más grande de las tres, Colón la escogió como su nave capitana. Y como si fuera poco, el hombre se vino con éste en calidad de Contramaestre, o sea, como su segundo a bordo. Convengamos en que fue un gesto hazañoso, y en que quien así arriesgaba vida y hacienda al mismo tiempo, merece, junto con Martín Alonso Pinzón, el otro gran compañero en la aventura de Colón, compartir en buena parte la gloria de éste.

Y se descubrió el Nuevo Mundo, y, al regreso, en la noche de Navidad de 1492, la carabela Santa María naufragó en las costas norteñas de La Española (Santo Domingo); pero a Juan de la Cosa no le importó mucho por lo visto, porque al año siguiente se vino otra vez con Colón en su segundo viaje, y, no contento con ello, regresó varias veces más al Nuevo Mundo: en 1499 con Ojeda y Américo Vespucio, con los cuales excursionó hasta el Amazonas y luego por la costa de Tierra Firme hasta tocar lo que es hoy Colombia, en la península de La Guajira; y en 1500 vino con Bastidas, en cuyo viaje llegó hasta Panamá, y, de pasada, descubrieron cierta bahía, que al principio creyeron que era un golfo, y luego resultó ser la que después se llamó de Cartagena; en 1504 regresó como Alguacil Mayor para vigilar los posibles movimientos de los portugueses en el Caribe; y por último, vino como lugarteniente de Alonso de Ojeda, en la desastrosa entrada que éste organizó por nuestro territorio, partiendo de la bahía de Cartagena. Y aquí encontró la muerte.

 
El cronista Mayor Oviedo, refiere que en esa ocasión Ojeda saltó a tierra con lo más y mejor de la gente que llevaba, e con él su teniente Johan de la Cosa, todos a punto de guerra , e iniciaron una ofensiva violenta, en la que incendiaron y saquearon varios pueblos, después de lo cual los christianos (como se llamaban a sí mismos estas aves de presa) y como quiera que el sol era muy grande, se desarmaron y colgaron su hamaca en los mismos bohíos de los indios Yurbacos, tan seguros como si ninguna guerra tuvieran . Y este fue el momento en que los indios Yurbacos (que tampoco eran unos angelitos como nos los pinta el padre Las Casas, sino gente inferiormente armada, porque no tenían caballos, ni pólvora, ni perros, sino unos que no ladraban, según cuenta el mismo Oviedo) animosamente volvieron sobre el pueblo e con un súbito asalto e grita, dieron sobre los christianos e mataron e hirieron hasta cientos de ellos, e cobraron todo el despojo: allí murió Johan de la Cosa . Fray Pedro Simón añade que De la Cosa vio caer muertos a sus compañeros, mientras que a él le iba prendiendo la muerte por la yerba de más de veinte flechas que le tenían como un erizo .

Publicación: eltiempo.com
Sección: Editorial - opinión
Fecha de publicación: 9 de junio de 1992
Autor: EDUARDO LEMAITRE

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